Descripción:
¿Alguna vez has hecho una obra muerta?
Así como existen buenas obras guiadas por el Espíritu Santo, también existen malas obras que no lo son.
Por ejemplo: hacer el bien solo por reconocimiento o apariencia es una mala obra.
El mundo nos ofrece obras que, espiritualmente, están muertas, hechas desde la carne o el interés propio. Estas no agradan a Dios ni producen fruto.
Pero, ¿cómo desechamos las obras muertas de nuestra vida?
Lo primero que debemos hacer es amar a Dios sobre todas las cosas, arrepentirnos de corazón y reconocer que solo la sangre de Cristo puede limpiarnos de las obras muertas.
Recuerda que fuimos creados con un propósito eterno: caminar en las buenas obras que Él ya preparó para nosotros (Efesios 2:10).